jueves, 2 de junio de 2011

2º y ultima parte de EL ARTE DE VIVIR S. N. Goenka maestro de meditación Vipassana


 Escapar no es una solución;
hay que enfrentar el problema.
S. N. Goenka es un maestro de meditación Vipassana.
La técnica que enseña S .N. Goenka tiene su origen en una tradición que se remonta al Buda. El Buda nunca enseñó una religión sectaria; enseñó Dhamma —el camino de la liberación— que es universal. Siguiendo esa tradición, la enseñanza de Goenkaji está libre de sectarismos y por esta razón atrae gentes de cualquier procedencia, con o sin creencias religiosas y de todos los rincones del mundo.

Una buena solución es la que evita los dos extremos: la represión y dar rienda suelta.
Enterrar la negatividad en el inconsciente no la erradicará y permitir que se manifieste con un acto físico o verbal dañino sólo creará más problemas. Pero si te limitas a observarla, la contaminación desaparecerá y estarás libre de esa contaminación.
          Esto suena maravilloso, pero ¿se puede realmente practicar? Cuando surge la ira, nos toma tan de sorpresa que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Arrastrados por la ira cometemos actos físicos o mentales que nos dañan a nosotros mismos y a los demás.
 Poco después, al desaparecer la ira, empezamos a arrepentirnos, pidiendo perdón a los demás o pidiendo perdón a Dios.
Pero la próxima vez que nos encontramos en una situación semejante, volvemos a reaccionar de la misma forma. El arrepentimiento no nos ha servido para nada.
Sin embargo, hubo alguien que encontró una solución auténtica. Descubrió que al surgir una contaminación en la mente, ocurren dos cosas simultáneamente en el campo físico:
Una es que la respiración pierde su ritmo normal. Es fácil observar que respiramos más fuerte cuando surge una negatividad.
Esto es lo que nos ofrece una solución práctica: una persona corriente no puede observar las contaminaciones abstractas de la mente como el miedo, la ira o la pasión. Pero con un adiestramiento adecuado y con práctica es fácil observar la respiración y las sensaciones del cuerpo y ambas están relacionadas directamente con las contaminaciones mentales.
 Antes sólo mirábamos al exterior, perdiendo la verdad interna; buscábamos en el exterior la causa de nuestra desgracia, culpando siempre a algo o a alguien e intentando cambiar la realidad externa.
 Al ignorar la realidad interior, nunca entendíamos que la causa del sufrimiento reside en el interior, en nuestras propias reacciones ciegas hacia las sensaciones agradables y desagradables.
          Una mente equilibrada no sólo está llena de paz, sino que impregna el ambiente que la rodea de paz y armonía y esto empieza a afectar a los demás, ayudándolos también.

Al aprender a mantenernos equilibrados, hacemos frente a lo que experimentamos en nuestro interior y desarrollamos desapego hacia todas las situaciones externas que nos encontramos.
Pero este desapego no es escapismo ni indiferencia hacia los problemas mundanos. Quienes practican Vipassana con regularidad se sensibilizan más ante el sufrimiento de los demás y hacen todo lo posible para aliviar el sufrimiento en la forma que puedan —sin agitación, con la mente llena de amor, compasión y ecuanimidad.
Esto es lo que el Buda enseñó: un arte de vivir. No fundó ni enseñó una religión, un “-ismo”, ni enseñó ritos o rituales, ni ninguna formalidad vacía a quienes se acercaban a él; enseñó a observar la naturaleza tal y como es, observando la realidad interna.
Por eso es necesario “conocerse a sí mismo”—consejo que han dado todos los sabios. Debemos conocernos a nosotros mismos, no sólo en el ámbito intelectual de ideas y teorías, no sólo emocionalmente o a través de la devoción, aceptando de forma ciega los que hemos oído o leído. Este conocimiento no es suficiente.
Esta experiencia directa de nuestra realidad interna, esta técnica de auto-observación, es lo que se llama meditación Vipassana. En la lengua que se hablaba en la India en la época de Buda, “passana significa ver las cosas de forma corriente, con los ojos abiertos. Vipassana” es observar las cosas tal y como son, no como parecen ser.
El curso de meditación consta de tres pasos.
El primer paso de esta práctica es un código moral. Nos comprometemos a no matar, no robar, no mentir y no tomar intoxicantes.
El siguiente paso es aprender a controlar la mente salvaje, adiestrarla para que se concentre en un único objeto, la respiración.
 Intentamos mantener la atención en la respiración el mayor tiempo posible.
Estos dos primeros pasos, vivir con moralidad y controlar la mente, son muy necesarios y beneficiosos pero conducirán a la represión a menos que demos un tercer paso:
 Purificar la mente de contaminaciones, desarrollando la visión cabal de nuestra propia naturaleza. Esto es Vipassana: la experimentación de nuestra propia realidad, observando en nosotros mismos de forma sistemática y desapasionada este fenómeno de mente y materia en constante cambio que se manifiesta en sensaciones.
Esta es la culminación de la enseñanza del Buda: la auto-purificación a través de la auto-observación.
 Cuando sentimos ira, no es una ira budista, una ira hinduista, o una ira cristiana. La ira es ira. Si como resultado de esa ira nos sentimos agitados, no es una agitación cristiana, judía o musulmana. La enfermedad es universal. El remedio debe también ser universal.
La Vipassana es este remedio. La Vipassana es un sendero universal. Observar la realidad tal y como es, observando la verdad interior, es conocerse a uno mismo directamente a través de la experiencia. 
S. N. Goenka es un maestro de meditación Vipassana.
La técnica que enseña S .N. Goenka tiene su origen en una tradición que se remonta al Buda. El Buda nunca enseñó una religión sectaria; enseñó Dhamma —el camino de la liberación— que es universal. Siguiendo esa tradición, la enseñanza de Goenkaji está libre de sectarismos y por esta razón atrae gentes de cualquier procedencia, con o sin creencias religiosas y de todos los rincones del mundo.

Se puede obtener información adicional sobre la meditación Vipassana www.spanish.dhamma.org


Junio 2004
 
www.dhamma.org


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